El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin

Masha Gessen 22 de Febrero de 2018

Ficha técnica: 

  • Tipo de producto: libro
  • Páginas/Hojas: 320
  • Año de edición: 2018
  • Colección: Biografía
  • Idioma: Español
  • Tipo de tapa: Tapa blanda
  • Editorial: Debate

Debate, Barcelona, 2012 (La versión original es de 2012)

En una alegre festividad como Sant Jordi, en la que un día al año nos regalamos rosas y libros, no podemos volver la espalda a la tragedia que se vive en Ucrania. El libro que queremos destacar este mes es «El hombre sin rostro» (The man without a face) de Masha Gessen, un título que alude a la aparente personalidad de burócrata recto, obediente y sin ideas propias, que Putin hizo creer que era la suya a sus padrinos políticos. Estos creyeron que Putin era un aparatchik inofensivo al que podrían inculcar las ideas que ellos quisieran. El libro de Gessen, publicado en 2012, sostiene que Putin tiene todos los rasgos y creencias de un agente de la KGB de la guerra fría con un toque de mafioso , y el tiempo ha dado la razón a la autora.

Masha Gessen es una periodista especializada en casos de corrupción en la Rusia postcomunista y una activista de perfil bajo en las protestas contra el régimen de Putin, una faceta de la que no habla hasta el epílogo, escrito en 2012, y en el que de forma exageradamente optimista afirma que la situación de Putin es desesperada. Su experiencia como reportera en casos policiales y ascender en la política, Putin cultivo un imagen de matón de barrio,  que algunos tomaron como una bravata. En una entrevista, aseguró que en el ayuntamiento de San Petersburgo su labor era intentar controlar a las mafias de los casinos, pero la carismática activista  Marina Salye (a la que la autora localizó en su alejado retiro) descubrió que firmó numerosas licencias de exportación para empresas de amigos creadas ad hoc, con exorbitantes comisiones.  

En el libro se explican numerosos crímenes contra opositores al régimen de Putin, y que insinúa que muchos fueron cometidos por antiguos agentes de la KGB y personas del entorno del presidente ruso. Al margen de que estos crímenes fuesen ordenados por él o no, la pregunta que subyace es porqué, hasta la guerra de Ucrania, Putin no fue percibido en Occidente como un psicópata que amenazaba al mundo global. Así como algunos aplaudieron inicialmente sus arbitrariedades contra los oligarcas que le eran hostiles, parecían una mala imitación de las novelas de espías. Así, los médicos londinenses del ex agente Litvinnenko inicialmente no víctimas de persecución política, acentuaban la sensación de que iba de farol. Su actitud cínica y desafiante contrastaba con el tono más neutro de su hombre de paja Medvédev, a quien cedió la presidencia durante un mandato, y que sí encajaría perfectamente en la figura del «hombre sin rostro».

 

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